EL SECRETO DE LA FELICIDAD ES LA VIDA

 

Soplan algunos vientos de buenrrollismo forzado, donde autores y corrientes parecen invitarnos a sonreir 24 horas día, luchar por nuestros sueños como si de ello dependiera seguir respirando y creer que si no somos felices es porque no estamos teniendo la actitud correcta (¿correcta es la que el autor dice que es?). Son esos que ventilan cualquier problema con una bonita frase de autoayuda, como si hubiera una alergia congénita al sufrimiento.

Es otra manera de seguir deseando que algo cambie para que yo pueda, por fin, ser feliz.

Me suena hueco, ¿a ti?

La felicidad no significa una fuente inagotable de placer y éxito. Tampoco la ausencia de dolor y de desengaño.

Para mi la felicidad es otra cosa: es algo que también incluye la lágrima, el sueño desterrado, la duda y la propia insignificancia.

Soy feliz cuando estoy en sintonía con el baile del ser esencial y de la propia fuerza de la vida. Cuando puedo estar en paz con todas mis dimensiones y las de mi cotidianeidad. Cuando soy quien soy de manera natural. Y cuando disfruto de relaciones prestosas y nutritivas.

El geranio está allí, siendo con el sol, la lluvia, los días de sequía, el calor y el viento. No le oigo decir, perdona, para estar espléndido hoy, ¿podrías desplazar un poquito aquella nube?

 

Cada uno tiene su receta de la felicidad, he aquí algunos de mis ingredientes:

Escuchar mi vocecita.

Hay algo que nos mueve profundamente y centrar nuestra atención en ello hace que algo lata de una manera especial…

 

Escuchar esa otra vocecita.

En ocasiones, la Vida se impone a lo que queremos. Es como un barco que había trazado una ruta para llegar a su destino y se ve sorprendido por una gran tempestad. El capitán y su tripulación saben que sólo sintonizándose con esa fuerza mayor, llegarán a su destino.

 

Más que luchar, reconocerme.

Estoy convencida de que lo que somos y lo que tenemos para dar nos viene dado y sólo en una pequeña medida lo elegimos. Cuando me miro con honestidad y claridad, es más sencillo no inventarme personajes que me alejan de mi y los demás y no dar lo que no tengo.

 

Jugar.

Lo ganarás con el sudor de tu frente. Me estoy dejando la piel en esto, ¿te suena?

No dudo que hay momentos, días y etapas en las que uno hace un esfuerzo extra. Sin embargo cuándo la Vida se convierte en una batalla, quizá no estamos prestando atención, con tiempo y cariño, para ver que es lo que ya somos, lo que ya tenemos y lo bien que lo podemos pasar con ello.

 

Ser.

Me encanta esa frase que dice eres lo que piensas. Una de mis favoritas de la autoayuda.

Sólo diré que si creemos que somos lo que pensamos… vamos apañaditos. Pues nuestra cabecita se imagina todo tipo de ideas e incluye una amplia gama de condicionamientos que dan un sentido a nuestra vida algo sesgado. Probablemente, cualquier cosa que la mente pueda sugerir sobre lo que eres o puedes ser no será cierto.

¿Quién serías tú si no pensaras? ¿Qué eres sin tus pensamientos ni intenciones?

La mente está obsesionada con que te “conviertas en alguien”. Y no es que haya nada malo en ello, sin embargo cuando puedes saborear la frescura de SER, convertirse en es algo que sucede de manera espontánea y coherente con lo que sientes que eres.

 

Te doy permiso.

Cuando siento que estoy triste o desmotivada,  trato de no salir corriendo en busca de la alegría. No me funciona. Encuentro la alegría cuando no amortiguo la tristeza. Dejo que esté, tampoco me enredo con ella. Sé que está allí como el aroma que desprende una comida. Acaba desvaneciéndose y entonces vuelvo a ese estado más o menos sereno y alegre. Además, querido lector, sabemos lo que sucede cuando tratamos de acallar algo… En algún momento acabamos expresándolo con más fuerza que cuándo emergió.

 . . .

 

Desde hace algún tiempo no me gusta descartar nada,

pues todo lo que soy y sucede está al servicio de la Vida.

Nuestra Vida es hermosa, con nuestros sueños rotos, el corazón en proceso de recuperación,

sus techos con goteras y sus noches de insomnio.

 

¿Cuál es tu receta?